“La simplicidad es la máxima sofisticación” — Una visión organizacional

Luego de haber experimentado una cuarentena prolongada por un virus inesperado que cambió nuestra forma de vivir y de ver el mundo, muchas reflexiones han convergido al pensamiento de volver a lo simple, de hacer plena conciencia de las verdaderas necesidades en muchos aspectos: las organizaciones palparon la realidad de sus modelos de negocios llevándolos a reinventarse de manera eficiente; los líderes evaluaron las jornadas de trabajo, sus equipos, sus metas y objetivos; las familias comprendieron que si tienes salud, todo obstáculo es superable y en general, todos comprendimos que podemos vivir con menos de lo que teníamos y que, en realidad, la supervivencia requiere del aporte de todos los seres humanos.

Esta filosofía de la simplicidad, trasladada a algo en lo que laboralmente he experimentado la tercera parte de mi vida y que en general, considero un eje estratégico en la gestión eficiente de cualquier proyecto y específicamente, de cualquier compra, la puedo resumir en la siguiente frase: “Trabaja como si fuera tu negocio, y compra como si ese dinero fueran los ahorros de toda tu vida”.

Las adquisiciones en todo tipo de organizaciones, sean públicas o privadas, están atadas siempre a conceptos y procedimientos. Si bien en organizaciones privadas las compras se miden directamente mediante resultados e indicadores específicos, las empresas estatales se rigen a un sinnúmero de leyes, normas, decretos, principios y demás, que al menos en el Ecuador, solamente demuestran la ineficiencia de todo un sistema.

Pensar en cada compra como si fueran los ahorros de toda tu vida, hará que salgan preguntas como: ¿En verdad lo necesito? ¿Voy a gastar tanto en esto? ¿De verdad vale la pena? ¿Para qué me va a servir? ¿Por cuánto tiempo me va a servir? ¿Y si en lugar de esto, compro aquello que tiene este beneficio? ¿Puedo esperar?. Este pensamiento, alineado a los objetivos y metas de la organización permitirán planificar de manera efectiva y tomar decisiones eficientes donde no solo importan las cifras ya que involucramos un sentimiento de pertenencia y responsabilidad en el proceso.

En el ámbito gubernamental si bien la Constitución obliga a actuar y administrar únicamente de acuerdo a los lineamientos que la ley determine, es claro que las normas, leyes y procedimientos requieren una reingeniería estructural que esté alineado no a cinco o diez principios, sino a uno básico en lo que se refiere a proyectos y adquisiciones: “Trabaja como si fuera tu negocio, y compra como si ese dinero fueran los ahorros de toda tu vida”.

Si trabajas como si fuera tu negocio, nunca vas a hacer proyectos donde eres consciente que puedes perder; vas a evitar el ausentismo, los retrasos; no vas a procrastinar; vas a buscar formas de reinventarte; vas a simplificar tus procesos para que tus costos operativos sean eficientes; vas a innovar; vas a administrar eficientemente y trabajar con convicción.

Si compras como si fueran los ahorros de toda tu vida, no vas a malgastar ni un centavo; no vas a comprar cosas que no necesitas; vas a medir la satisfacción de algo banal versus algo que perdure; vas a alinear todas tus metas, objetivos, procesos y procedimientos a este fin; y, principalmente, te vas a preguntar si esto se apega a principios como los de legalidad, transparencia, concurrencia y demás, porque seamos sinceros, no comprarías para ti mismo algo sabiendo que está mal, o que te puede llevar luego a un problema ¿Verdad?.

Debemos propender a aplicar el principio KISS en nuestros procesos, plantearnos muchas preguntas simples apegadas a valores e ideologías fuertes, y siempre actuar en las organizaciones donde trabajamos pensando que son de nuestra propiedad, pues solo así, seremos verdaderamente conscientes de cada acción que tomemos de manera individual y colectiva.

NOTA: La Cita “La simplicidad es la máxima sofisticación” proviene del manuscrito Codex on the Flight of Birds de Leonardo Da Vinci.